jueves, 2 de enero de 2014

CONTEMPLACIÓN MEDITATIVA DEL PRINCIPIO Y FUNDAMENTO 2

4. Preámbulo
4.1. Oración preparatoria
“La oración preparatoria es pedir gracia a Dios Nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad”. [46]
4.2. Lectura atenta del texto
Fin del Hombre 2: El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor «y mediante esto salvar su alma» [23]
4.3. Pedir el fruto de una buena oración «Conocimiento íntimo de la importancia de este negocio y fuerza para llevarlo a feliz término»
5. Meditación
5.1. Ver a las personas, como si uno estuviese allí. Ubicarse en la escena, paisaje, personaje, situación, movimientos, etc. (Composición del lugar) «Figurarme ver el aposento de Javier en París, y en él a San Ignacio platicando a su compañero esta verdad»
5.2. Punto 1 «Excelencia de tal fin. ¿Qué es salvar el alma»: Salvar el ánima es ponerla en seguro. «Salvarse» supone librarse de algún peligro de perecer. Para el cristiano, negociante en bienes de valor eterno, prisionero de enemigos crueles, viajero en tierra extraña, navegante en agitado mar, llegar al puerto de la gloria es salvarse: su mayor negocio está entonces seguro, sus cadenas caen rotas en pedazos, su viaje ha terminado, ha entrado en puerto, ¡se ha salvado! Las joyas que Cristo buscaba eran las almas, y por ellas dio su vida, su sangre toda, derramada entre suplicios horribles «Anima, tanti vales, erige te!» (San Agustín) Todo eso vales, alma: levántate, dignifícate, estímate en lo que vales.
5.3. Punto 2 «¿Cómo lograrlo?» «MEDIANTE ESTO», es decir, mediante la alabanza, reverencia y servicio de Dios nuestro Señor. Qué grande es la generosidad de Dios, que por una cosa que le debemos nos ofrece galardón tan precioso. LO PRIMERO ES QUERER: ¡Sin quererlo nadie se salva! Cuentan que a Santo Tomás de Aquino le escribió una su hermana religiosa, preguntándole qué había de hacer para ser santa. Era tan grande la fama de sabiduría del entonces profesor de La Sorbona de París, que pensó había de escribirle un largo tratado descubriéndole misterios secretos de la más encumbrada ciencia ascética y mística, y el Santo, en breves líneas, vino a decirle: HERMANA MÍA, PARA SER SANTA TE BASTA Y ES NECESARIO POR TU PARTE UNA COSA: «QUERER»; DIOS NO TE NEGARÁ SU GRACIA. Se nos da una opción: «eligite hodie quod placet» (Jos 24, 15), elegid lo que más os agrade, «Se nos brinda la gracia, a nadie le falta: el hombre es quien falta a la gracia» (San Buenaventura) A quien le preguntaba: «Maestro, ¿qué haré para lograr la vida eterna?», le respondió el Señor: «Si vis»; si quieres salvarte, guarda los mandamientos (Mt 19, 17) TRABAJAR 1) CON CONFIANZA, 2) CON GENEROSIDAD Y 3) CON PERSEVERANCIA.
5.4. Punto 3 «Necesidad de procurar la salvación»: Es este un NEGOCIO NECESARIO Y URGENTE para nuestra felicidad eterna, que depende de acertar en su solución. Si lo perdemos, ¿de qué nos servirá el haber acertado en todo lo demás? «Si animam negligimus, nec corpus salvare poterimus; non enim anima pro corpore, sed corpus pro anima factum est» (San Juan Crisóstomo) San Pedro de San José Betancur (Vilaflor de Tenerife 1626- Antigua Guatemala 1667) La vida interior de Pedro y su devoción se centran en tres grandes misterios de la vida de Cristo: el nacimiento en Belén, la dolorosa pasión y la Eucaristía. De la contemplación de ellos le nace el deseo, cada vez más vivo, de configurarse con el Cristo que se desnuda de su dignidad de Dios y busca el más absoluto anonadamiento. Por la contemplación del sufrimiento de Cristo, que se inicia en Belén, llega a su plenitud sobre la cruz y se prolonga en la Eucaristía, Pedro desarrolla una actitud de reparación que lo lleva a sufrir con el Cristo paciente y a alimentar un vivo celo por la conversión de los pecadores. A su recorrer diario agrega el caminar nocturno por calles y plazas alertando a todos con el tañido de su campanilla y su inquietante mensaje de conversión: «ACORDAOS, HERMANOS, QUE UN ALMA TENEMOS Y, SI LA PERDEMOS, NO LA RECOBRAMOS», «Deus vult omnes homines salvos fieri» (1 Tim 2, 4): quiere Dios que todos los hombres se salven, y lo quiere con voluntad sincera y cuanto es de su parte eficaz. Pero, Dios nada puede cin el concurso de nuestra libre voluntad.
5.5. Dejarse interpelar por el misterio contemplado en la propia vida (Participación cordial)
6. Conclusión: Coloquio y Examen
6.1. Coloquio con Cristo crucificado para salvar mi alma, diciéndole: «tantus labor non sit casus», no sea en vano tan gran trabajo
6.2. Sacar un propósito concreto que pueda mover la voluntad (Transformación de la voluntad)
6.3. Hacer un examen acerca del transcurso de la oración (concentración, distracciones, aspectos importantes descubiertos, etc.) Se acaba rezando el ANIMA CHRISTI.
EXAMEN DE LA ORACIÓN
1. ¿Preparé suficientemente el ejercicio que acabo de realizar? Si no lo hice suficientemente y bien... ¿por qué? ¿Qué he de hacer para corregir esta situación?
2. ¿Dispuse todos los medios y ayudas que conozco para realizar un buen ejercicio? (Posición, medios para entrar en la oración, silencio, tiempo, textos, etc.)
3. El tiempo que estuve en oración ¿fue adecuado? ¿Me levanté antes del tiempo previsto?
4. ¿Me sentí realmente acompañado en la oración? ¿Fue un diálogo o un monólogo? ¿Salgo de la oración crecido en fe y/o esperanza y/o amor?
5. ¿Tengo alguna inquietud o preocupación especial que haya de comentar con quien acompaña los ejercicios?
6. ¿Hay algunos puntos en los cuales sentí especialmente gusto al meditar? ¿Cuáles? ¿Algunos que quieras seguir gustando? ¿Cuáles?
7. ¿Hay algunos puntos en los cuales sentí especial dificultad o repugnancia al orar? ¿Cuáles?
8. Haz una revisión de las actividades de tu día. Se puede chequear en el orden de las cosas que se fueron haciendo.
9. ¿Qué fue lo que más te llamó la atención en el di a de hoy? ¿Por qué?
10. ¿Dónde encuentras más fácilmente la presencia de Dios?
11. ¿Dónde crees que te alejas más de Dios? ¿Por qué? ¿Cuál puede ser la raíz de ese alejamiento?
12. La pregunta fundamental e importante: ¿qué descubro que está haciendo el Espíritu de Dios hoy en mí? ¿cómo he colaborado y cómo he estorbado la acción de Dios?

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