Esta
consideración de los cuatro fines del sacrificio es sumamente práctica porque
el alma, adorando a Dios, lo considera primero en su eternidad; luego mira al
pasado, los beneficios recibidos, y da gracias, o los pecados cometidos para
repararlos; finalmente, mira el futuro para pedir el auxilio divino.
Además,
este culto eucarístico así concebido nos une íntimamente con Cristo-Sacerdote,
con su adoración íntima y reparadora, con su intercesión y acción de gracias.
Cuatro fines tiene la Misa y son los siguientes:
1. Latréutico: darle culto as Dios, Creador de
todas las cosas.
2. Propiciatorio: Aplacar a Dios para que no nos castigue.
3. Eucarístico: darle gracias a Dios por los beneficios recibidos.
4. Impetratorio: Pedir a Dios misericordia por vivos y difuntos.
2. Propiciatorio: Aplacar a Dios para que no nos castigue.
3. Eucarístico: darle gracias a Dios por los beneficios recibidos.
4. Impetratorio: Pedir a Dios misericordia por vivos y difuntos.
Estos cuatros fines se contienen en esta cuarteta:
Con la Misa a Dios honramos (latréutico) y
aplacamos su rigor (propiciatorio), con ella gracias le damos (eucarístico) y
pedimos su favor. (impetratorio)
Culto eucarístico
y perfección sacerdotal.
1.
Adoración
Este
culto de latría (adoración) se realiza por la digna celebración del
sacrificio de la Misa, que debería celebrarse cada día con mayor fe, esperanza,
caridad, devoción substancial, si no sensible. Se realiza también por la
comunión eucarística, por la visita del Santísimo Sacramento, por la adoración
reparadora, por la súplica y la acción de gracias.
2.
Acción de gracias.
El
segundo fin del sacrificio eucarístico es la acción de gracias por
todos los beneficios divinos, esto es, por la creación y elevación del género
humano al orden de la gracia y de la gloria, por la Encarnación redentora, por
la institución misma de la Eucaristía y las gracias que de ella proceden, por
las innumerables Misas y comuniones celebradas durante veinte siglos para
confortamiento de las almas.
3.
Reparación.
El
tercer fin del sacrificio es la reparación por los pecados cometidos
contra Dios y sacrilegios, perversísimos a veces, perpetrados por la
inspiración del demonio; sólo Dios conoce la enormidad de ciertos sacrilegios,
recuerdos vivos de la traición de Judas. Para reparar tales abominaciones se ha
de celebrar santamente la Misa, y adorar la Eucaristía, públicamente expuesta.
4.
Impetración.
El
cuarto fin del sacrificio es la impetración a fin de alcanzar el
auxilio divino, y las demás gracias necesarias para la salvación, máxime la de
la perseverancia final que no es objeto de mérito, pero que puede obtenerse por
la fuerza impetratoria de la oración, y principalmente de la suprema oración,
contenida en la misma oblación de la Misa, en la que persiste “la intercesión
de Cristo, vivo siempre para interceder por nosotros”. Debemos unirnos a su
intercesión, así como a su adoración, reparación y acción de gracias; así
aumenta infinitamente el valor de nuestros actos.
P.
Reginald Garrigou-Lagrange OP: La
santificación del Sacerdote
No hay comentarios:
Publicar un comentario