Introducción:
Resulta limitado exponer con
palabras una realidad que nos supera y nos transciende como lo es la Sagrada
Liturgia. Acertaba Pío XII al definir con palabras precisas y asequibles que la
Sagrada Liturgia es el Cielo en la Tierra. Pues en ella, encuentra el creyente
el ámbito apropiado en el que, bajo los velos de los signos y de los ritos
sagrados, puede adentrarse en el Misterio de la vida de Dios, y de este modo
nutrir su espíritu con los auxilios y dones necesarios para enfrentarse a la
tarea de conquistar el mundo para Cristo, tarea en que el creyente ora es
peregrino, ora es soldado.
Las personas que se adentran
espontáneamente en el mundo de la liturgia tradicional manifiestan a menudo en
su rostro expresiones de sorpresa y desconcierto, pues se descubre ante ellas
un escenario antiguo y nuevo al mismo tiempo. Es llamativo como han mudado
tanto las cosas en algunas comunidades cristianas para que algo que era lo
normal en toda la Iglesia hasta hace poco más de medio siglo resulte en la
actualidad extraño o novedoso. Es más, como ésta desmemoriación de lo nuestro
se ha desarrollado paralelamente a la asimilación de elementos culturales
totalmente lejanos y desconocidos para nosotros
No podemos relegarnos a anclar el
tesoro de la liturgia católica, a un grupo de privilegiados y entendidos.
Numerosos estudios y artículos nos demuestran la capacidad evangelizadora de la
Sagrada Liturgia, así como el poder de atracción que esta tiene para cautivar a
tantas almas inquietas abandonadas en la indiferencia o el ateísmo, tenemos, en
este sentido, el testimonio de las conversiones de grandes intelectuales del
siglo XIX o XX que iniciaron el camino de la fe asombrados por el anticipo de
una plenitud que tanto habían ansiado.
La Liturgia es adentrarnos en una
realidad que es ante todo espiritual e íntima, pero expresada en la belleza y
el cuidado del decoro y la sacralidad. Más que una exhibición de boato y
exuberancia se trata de vislumbrar aquella liturgia del Misterio de Dios que
tan bellamente nos describe el libro del Apocalipsis.
Principales características de la liturgia tradicional:
ORIENTACIÓN HACIA DIOS
El Sacerdote, que actúa “in
persona Christi Capitis”, está situado al frente del pueblo y camina con él al
encuentro del Señor. El auténtico protagonista de toda la acción sagrada es
siempre Dios. La liturgia es ante todo el culto que la Iglesia rinde a la
Santísima Trinidad.
ADORACIÓN
Adorar a Jesucristo es la
respuesta de fe y de amor hacia Aquel que siendo Dios se hizo hombre, hacia
nuestro Salvador que nos ha amado hasta dar su vida por nosotros y que sigue
amándonos con amor eterno. En la misa gregoriana los textos y especialmente los
gestos invitan constantemente a la adoración.
SACRALIDAD
La sacralidad es una de las
características que ayudan al creyente a entrar en el Misterio de Dios. Por
ello, la acción sagrada reviste una serie de aspectos como palabras, gestos y
expresiones, objetos y vestimentas, que no están en el ámbito del uso común,
sino que se reservan para ofrecer a Dios el culto que le es debido.
LENGUA LATINA
La Iglesia, inspirada por el
Espíritu Santo, salvaguardó el uso del latín reservándolo especialmente para la
liturgia. Esto no es nostalgia del pasado, sino una necesidad esencial. El
depósito de la fe debe mantenerse intacto. Como idioma “muerto,” el latín fue
el más apropiado para el culto de Dios, pues ayuda a la unión de los fieles y
preserva la integridad de la fe.
SILENCIO
El silencio es el ámbito adecuado
para poder escuchar la Palabra de Dios. En numerosos momentos se favorece este
ambiente de silencio en torno al misterio, pero de manera especial en el Canon
Romano. Los fieles participan con su silencio en la contemplación del milagro
de la transubstanciación, cuando el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y
la Sangre del Señor.
SACRIFICIO
En la celebración de la Santa
Misa se actualiza de forma incruenta el mismo sacrificio de Cristo en el
Calvario. El Señor se ofrece por toda la humanidad y nos hace participes de los
méritos de su pasión y muerte. Pero también la comunidad entera se une con el
sacerdote al sacrificio de Cristo, ofreciéndose al Padre.
BELLEZA
La liturgia de la tierra ha de
ser reflejo y anticipación de la liturgia celeste. A pesar de que la belleza de
los ritos nunca será lo suficientemente esmerada y cuidada, porque nada es
demasiado bello para Dios, que es la Hermosura infinita, en la misa gregoriana
se manifiesta el profundo deseo de belleza que la Iglesia ha procurado a lo
largo de los siglos.
COMUNIÓN
La comunión sacramental nos une
estrechamente a Cristo y a la Iglesia, por eso al celebrar la sagrada liturgia
el celebrante y los fieles viven el sentido de la comunión eclesial al hacer
presente en la oración eucarística al Santo Padre y al Obispo de la diócesis, a
los fieles vivos y difuntos. De este modo se fortalece la vida de la Iglesia
que es un misterio de comunión.
ACTUOSA PARTICIPATIO
La participación del sacerdote y
de los fieles en la Santa Misa es distinta. Sin embargo todos están llamados a
vivir con intensidad el Misterio de la Fe que se celebra. No es una mera
asistencia corporal, ni tampoco “hacer cosas”, sino unir la propia vida al
Santo Sacrificio de forma que los frutos de la misa se manifiesten en la
cotidianidad de la propia vida.
MÚSICA SAGRADA
Cuidar el canto y la música en la
Sagrada Liturgia convierte estas expresiones en un signo eficaz del
acontecimiento interior. Dios habla y la comunidad responde con fe y con
actitudes de alabanza. En la misa gregoriana se procura que el canto y la
música no sea un entretenimiento sino algo que favorezca realmente la comunión
con Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario